jueves, 10 de enero de 2008

Regreso del pasado

El fin del período de desgravación del maíz, frijol, caña de azúcar y leche en polvo dentro del Tratado de Libre Comercio ha servido de gran excusa para que diversos grupos regresen al discurso del neoliberalismo y la miseria nacional. Sostienen que a partir del 1 de enero de este año el campo mexicano habría entrado en crisis, y al mismo tiempo iniciaría una escalada de precios, sin notar que ambos efectos no pueden ocurrir simultáneamente.

En realidad, el campo mexicano no está ni mejor ni peor que como ha estado en las últimas décadas: se produce maíz en cantidad suficiente para el consumo humano nacional, se cubre la mitad o más del consumo de trigo y frijol, y se sigue produciendo caña de azúcar sin ninguna lógica económica. En cualquier caso, esta nueva etapa del TLCAN no cambia nada las cosas.

Al respecto, me parece que el problema está en sostener una relación enferma con el campo, como lo explico en "el esquema que no sirve", colaboración del 8 de enero en El Universal. Hemos intentado un modelo de desarrollo muy extraño en México, que no es propiamente moderno, en el que hemos querido sostener, al mismo tiempo, una economía agrícola y una industrial. La primera alcanzó su límite hacia 1965, la segunda, veinte años después.

Y ahí estamos atorados todavía...

7 comentarios:

Macario Schettino dijo...

comentario de prueba

Anónimo dijo...

Estimado Macarius Stradivarius Rexus....ahora que vivo en los US mi hermana me regalo de cumpleanios tu reciente libro - le debio de haber pensado mucho porque pregunto muchas veces que regalarme- que sin duda medio se acordo que nos conocemos y el titulo debio sonarle interesante. Es la primera vez que te leo, ha sido un descubrimiento super interesante!...estoy muy picado porque sabes entretejer lo ameno con la historia e interpretacion. Me da gusto por ti y por la aportacion, haber si asi dejamos de olvidar y nos desatoramos! Tambien me sorprende que vayas por tu segundo doctorado - yo tengo uno y ni de chiste hago otro!.
En fin, recibe un gran saludo y espero podamos coincidir un dia de estos en alguna parte - Df, Cordoba, Orizaba?
Abrazo
Oscar Mayet (oscarmayet@yahoo.com)

Anónimo dijo...

cuando empece a leer el comentario del anónimo pensé que seria una letanía de insultos de algún zurdito,pero que sorpresa,perdón por ser tan frívolo pero ¿que significa eso de ""Macarius Stradivarius Rexus""?

Macario Schettino dijo...

un sobrenombre de hace mucho tiempo. Nada más.

Anónimo dijo...

Me he aderido a su blog, espero estén de acuerdo.Y como primera aportación me he permitido enviarles una reflexión sobre el texto de nuestra Constitución.
Esperando contribuir en algo a salir de esta extraña confusión que padecemos los mexicanos y que tan atinadamente pienso ha señalado el Sr. Esquetino.

Aún no he leido su nuevo libro, espero hacerlo pronto. Pero a través de sus comentarios hechos en programas de televisión en los que se ha presentado, creo estar de acuerdo con él.

Paso a mi reflexión sobre el texto Constitucional


El texto de algunos de los artículos de nuestra Constitución, contiene varias contradicciones internas, que
traicionan, de alguna manera, el espíritu mismo de nuestra Carta Magna.
Contradicciones o ambigüedades que nos impiden alcanzar un mayor grado de
justicia social y equidad; que, pienso, sería uno de los objetivos de
la misma.

Ahora me propongo hacerle llegar un primer acercamiento a una de esas
ambigüedades
semánticas de nuestra Constitución. Paso a exponerla:

En el artículo 28, tercer párrafo, nuestra Constitución dice:"...Las
leyes fijarán bases para que se señalen precios máximos a los
artículos, materias o productos que se consideren necesarios para la economía
nacional o el consumo popular, así como para imponer
modalidades a la
organización de la distribución de esos artículos, materias,
productos...etc.,etc."

Pienso que es completamente inadecuado que un texto Constitucional,
que fija las reglas y estructuras sociales, políticas y económicas de la
Nación y aún los valores de esa sociedad, acepte y deje entender que
reconoce, y por lo tanto avala, la existencia de un consumo popular: que
nos hace pensar implícitamente que hay otro consumo que no es popular,
que por lo tanto es un consumo de élites o clases sociales más
privilegiadas: es decir, un consumo no popular, no del pueblo raso.


Desde luego que es necesario aceptar que siempre existirán -en
cualquier sociedad- diferencias más o menos marcadas entre sus componentes;
que la igualdad absoluta no existe ni existirá jamás. Que buscarla o
aspirar a ella es una utopía o una necedad. Aceptado. Pero el
texto
Constitucional, que se supone habla por todos, representa a todos y ve por
los intereses de todos, no debe señalar ni marcar explícita o
implícitamente las diferencias individuales entre quienes integran la población de
la nación de que se trate.

Es como si un padre, cabeza de familia, hiciera distinción entre sus
hijos y dispusiera que unos se nutrirían con alimentos de primera y
otros sólo se nutrirían con una canasta básica -muy básica- de productos
de dudosa calidad. Sé que los teóricos afirman que en la ciencia
política no es válido comparar, en todas sus manifestaciones, al Estado -con
todas sus complejidades- al
funcionamiento y organización de una
familia; pero, pienso, que en este caso específico sí se pueden comparar. Ya
que no es aceptable que una organización social -en sus leyes- ya, de
entrada, marque diferencias entre sus miembros, porque los Derechos
Humanos son universales.

Así que no es válido que en el texto Constitucional se señale que hay
un consumo popular y otro que no es popular (o del pueblo). Ya que con
este uso del lenguaje, "popular" nos hace pensar en una población menos
privilegiada. Y con el rezago de pobreza que venimos arrastrando, a
pesar de 90 años de Revolución, eso resulta muy inaceptable. En todo
caso, se
puede sustituir "consumo popular", por "consumo de las mayorías".
Que le reduce su probable connotación discriminatoria.

Entiendo que muy probablemente, nuestros Constitucionalistas
originales, introdujeron ese párrafo para dejar asentado que el Estado -es
decir, sus
órganos de gobierno- otorgarían protección a las "clases
populares" del posible daño que pudiera derivarse de las prácticas
monopólicas. Esa, sin duda, fue su intención: ejercer esa protección hacia el
consumo de las mayorías o aún de las minorías ,si lo fueran, menos
privilegiadas, económicamente hablando.

Pero, en este caso, con esa redacción, nos hace pensar que "consumo
popular" es sinónimo de "consumo de los pobres". Y eso no es conveniente
en un texto Constitucional; porque haría pensar que se está aceptando
la existencia de los pobres dentro del territorio nacional. Y dice la
conseja:" No hagas cosas buenas que parezcan malas".}

Espero que mis razonamientos sean capaz de convencerlos y si no, les
agradecería que me lo hagan saber. Desde luego que me complacería mucho,que el sr, Esquetino
llegara a comentar, en alguno de sus artículos periodísticos,
este aspecto tan inadecuado del Texto Constitucional. Ya que pienso que
es necesario concientizar
a la población de la necesidad de los cambios
en la vida política y en nuestro Texto Fundacional.

Si más por ahora, les envío u afectuoso abrazo.

Tauros.
Mex. D.F.

Anónimo dijo...

En qué dirección de correo electrónico se le puede contactar, Macario?

Anónimo dijo...

EXCELENTE COMENTARIO EN TAN POCO TIEMPO EL DEL MARTES EN LA NOCHE POR TV SOBRE LA REFORMA DE PETROLERA.FELICITACIONES